Como todos muy bien sabemos, fumar mata. Provoca enfermedades mortales del corazón y de los pulmones en el fumador, pero además, afecta a las personas que están a su alrededor y que respiran el humo del cigarro. Y yo me pregunto: ¿Por qué no se hace nada al respecto?
El gobierno, en 2007, aprobó la ley la cual prohíbe fumar en lugares públicos. Los aplaudo. Esto hace que los no fumadores no se vean afectados por el tabaco en su ámbito público. Pero, ¿y en los lugares privados? En ese caso, el gobierno no puede hacer nada, es un problema individual, pero puede intervenir. El gobierno, en vez de mirar tanto por los grandes beneficios que el tabaquismo aporta a las arcas de Hacienda y a las tabaqueras, ¿por qué no aumenta los precios del tabaco de todas las tabaqueras? Volvemos a cometer el mismo problema de siempre, valoramos el dinero por encima de la salud de las personas.
Para derrotar al tabaco es necesario voluntad y, en caso de no poder, acudir a expertos. Sin embargo, el gobierno también debe impulsar mesuras más duras y, como no, efectivas.
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